PRUEBAS DE TOXICIDAD AGUDA

Las pruebas de toxicidad aguda, comúnmente llamadas pruebas de dosis mortal o envenenamiento, determinan la cantidad de una substancia que matará a un porcentaje, aun hasta del 100 por ciento, en un grupo de animales de prueba.

En estas pruebas, la substancia es forzada hasta el estómago del animal por medio de un tubo o a través de orificios cortados en su garganta. También pueden ser inyectadas bajo la piel, en una vena, o en el recubrimiento del abdomen, mezcladas en la comida del laboratorio, inhaladas a través de máscaras de gas, o introducidas en los ojos, recto, o vagina. Los investigadores observan las reacciones del animal, que incluyen convulsión, respiración fatigada, diarrea, estreñimiento, adelgazamiento, erupciones de la piel, postura anormal, y sangrado de los ojos, nariz, o boca.1

La prueba dosis mortal 50 (LD50), usada extensamente, fue desarrollada en 1927. El periodo de prueba de la LD50 continúa hasta que al menos el 50 por ciento de los animales mueren, usualmente de dos a cuatro semanas.

Como las pruebas de irritación de los ojos, las pruebas de dosis mortal son apenas inconfiables. Roger D. Curren de Microbiological Associates dice, los investigadores que buscan alternativas sin animales deben probar que estos modelos in vitro pueden funcionar “al menos tan bien como las pruebas con animales. Pero al llevar a cabo estos ejercicios de validación, se ha hecho más aparente que las mismas pruebas con animales son altamente variables”.2 El Dr. Michael Ball de The European Center for the Validation of Alternative Methods lo dice más vigorosamente: “La base científica” para las pruebas de seguridad con animales es “débil”.3

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